La directora tira los dados tras la pantalla. Es… tradición. Así se muestra en los shorts de YouTube sobre la afición, o en los cómics.
Un argumento a favor de ocultar la tirada, es poder trucar los dados. ¿El goblin ha atacado al mago de nivel uno y ha sacado un crítico? La directora se calla ese detalle, el goblin no ha hecho crítico. Es más, ha fallado, el mago está a salvo, los héroes del reino triunfan contra Goblo el goblin y su temible banda quienes no cesan de sacar críticos tras la pantalla.
Hace tiempo que no sigo este planteamiento, basándome en dos premisas.
Primero… «Si un árbol cae en un bosque y nadie está cerca para oírlo, ¿hace algún sonido?».
Tiro mi dado, oculto tras la pantalla. Ningún jugador lo va a ver. Oirán lo que yo les diga, si, pero tendrán que creerme, soy la directora, y puedo mentir al respecto. ¿Para qué he tirado el dado? ¿Para engañarles y darles la fala ilusión de que ha habido azar en juego? Puede que en algunas mesas esta actuación aporte a la diversión, pero en mi caso convierte el acto de tirar dados en una interrupción innecesaria. Ya no solo en combate, también esas tiradas «ocultas» de Percepción. Si he decidido de antemano que van a ver algo… lo diré. No tiraré y cuando vea un frustrante uno, me inventaré que realmente tienen un ojo de halcón y han percibido ese minúsculo detalle que avanza la trama.
Avanzando la cuestión de los dados, vamos a la ya popular regla de oro en las últimas ediciones de los juegos más jugados: Haz una tirada solo cuando el éxito o fracaso vayan a ser igualmente relevantes. Si se cumple la regla, no hace falta esconder el dado, salga lo que salga avanzará la trama. Si una de las consecuencias es aburrida y se limita a la directora diciendo «No pasa nada», tal vez merecía éxito o fracaso automático, sin perder el tiempo.
Segundo, hay una lección que se aprende a golpes: Fracasar es divertido. Es parte de la experiencia, las películas o libros donde el protagonista jamás fracasa son, a mi gusto, aburridas. Incluso protagonistas con quienes el mundo gira a su alrededor, como Kvothe, hay fracasos constantes. El protagonista de El Nombre del Viento, cuya novela empieza con él diciendo una suerte de «Soy genial, el puto amo, lo mejor de lo mejor, te voy a contar mi historia», contiene fragmentos en los que es apalizado, humillado, castigado por los profesores, envenenado, dejado en evidencia, acusado de mentiroso y represaliado… constantemente. Y eso le da un profundo interés a su historia; aunque sea el protagonista y sepamos que no va a morir repentinamente porque quedan muchas páginas, también sabemos que no va a tener éxito garantizado en lo que sea que intente. Y nadie dice «Qué frustrante es esto, dejaré de leer».
O el queridísimo videojuego Baldur’s Gate 3. ¿Alguna vez habéis pifiado una tirada y habéis reiniciado? Entiendo que algunas personas tienen poco tiempo, paciencia o habilidad para este tipo de juegos, y querrán poner la dificultad al mínimo, disfrutar de la historia y reiniciar cuando algo sale mal. Pero si os sobra tiempo… abrazad el fallo. Voy a contar uno de los momentos más divertidos que tuve, jugando con otras dos personas.
Me encontraba en el santuario de Selune, en la parte posterior, acuchillando a goblins mientras dormían. Mis compañeras estaban abajo, no recuerdo que hacían.
Acuchillar a un enemigo durmiendo es trivial, prácticamente un crítico garantizado que acaba con ellos. Y aún así… fallé. Y se despertaron y dieron la alarma, mientras el grupo estaba dividido. Empezó el combate.
Alguien dijo: «¿Reiniciamos?». Alguien contestó: «… No, vamos a intentarlo…»
La pelea fue brutal. En el primer turno, decidí ir a por todas e invocar a Bultito a que me echara un cable, y subió hasta la azotea conmigo… pero durante el combate, me dejaron KO. Los ogros siguieron luchando, pero cuando no quedaban más enemigos arriba, se quedaron mirando. En la plaza, una de mis compañeras fue abatida y dejado también inconsciente. Solo quedaba una PJ, retirándose hacia el puente lanzando fuego de alquimista e intentando crear un cuello de botella. Pero en algún momento se hizo obvio que habíamos perdido. A fin de no caer todas, le dijimos a la única en pie que marchara.
Cuando el combate acabó… mi PJ y la otra que había caído despertamos en una celda en la prisión. ¿Os podéis creer que nunca había estado encerrada? Siempre reiniciaba. La compañera que escapó nos dijo por Discord que iba a rescatarnos. Pero mi compañera de encarcelamiento y yo no ibamos a quedarnos esperando.
Hubo un bug gracioso, en el que Bultito entró en el calabozo solo para decirme que le debía una y luego se marchó como si nada… tío, ya que estás aquí, ayuda. En fin, me puse pegada a la puerta, esperando a que una guardia se acercara… y PAM. Manos a través de los barrotes, lanzarla al interior de la celda (Otro bug, pero aún así la podría haber dejado inconsciente justo fuera) y coger las llaves.
Salta la alarma. Halsin aprovecha y se libera de su encierro. Tiramos iniciativa. El pobre druida luchando contra todos mientras mi compañera y yo solo tenemos las llaves, y ni equipo. Abro la puerta y corremos al cofre a coger nuestras cosas. Nos equipamos con el mínimo para poder luchar mientras por Discord oímos «Estoy dentro del templo… ¿Dónde está la cárcel?». Le damos las peores indicaciones que jamás se han visto en la Costa de la Espada mientras, aún dando saltitos a la pata coja colocándonos las grebas, ayudamos al druida.
Uno de los goblins escapa justo para en la puerta encontrarse a nuestro rescate, que lo neutraliza. Cuando entra en la prisión, ve a Halsin cubierto de sangre dándonos las gracias por acudir. Estamos echas una mierda, pero ya no hay vuelta atrás, han dado la alarma. Salimos fuera, invoco otra vez a Bultito, y estando destrozadas de los enfrentamientos y recién salidas de la cárcel, hacemos el escape heróico.
No dejamos de reír y gritar, acabamos a las dos de la mañana.
Fracasar es divertido.